Los moradores de la Bocana del Búa, entre Esmeraldas y Santo Domingo de los Tsáchilas, ahora respiran más tranquilos. Hace un par de semanas conversé con el dueño de una hacienda ubicada a unos 45 minutos del pequeño poblado, al otro lado del río, que colinda con otra propiedad del general René Vargas Pazzos, ex embajador en Caracas.
En estas tierras, Casimiro, un colombiano de unos 50 años, vivió durante varios meses. Arrendó la hacienda de Vargas junto con otros de sus coterráneos que ejecutaron desde el 2005 a fines del 2008 a una docena de campesinos, acusándolos de cuatrerismo.
El hacendado cuenta que luego de las denuncias periodísticas sobre la actuación del grupo armado, aparecidas en abril del 2009, las cosas empezaron a cambiar. Los colombianos dejaron la zona, y de Casimiro nunca más se volvió a tener noticias.
"Seguramente están en otras regiones más recónditas, alejadas, donde el control de las autoridades es imposible, ellos necesitan sitios seguros, fuera de Colombia, para descansar", sostuvo el hacendado.
Mientras conversábamos, le pregunté si alguna vez conoció a Casimiro, cabecilla del grupo acusado de las ejecuciones. Me respondió que sí, que lo había conocido un día cuando acudió a su hacienda para hacerle un propuesta económica: "me dijo que quería comprame mi propiedad, que cuánto quería. Me ofreció 800 000 dólares, al contado", contó el hombre que vive en Santo Domingo.
Ante semenjante oferta el finquero le dijo que no podía recibir el dinero en efectivo, que le depositara la plata en su cuenta para que la transacción se registre debidamente en el sistema financiero. Lo contrario estaría bajo sospecha de lavado de dinero y él no quería meterse en problemas judiciales.
Fue la última vez que vio al hombre, que se negó a formalizar el depósito en el banco. Meses más tarde cuando las cosas que sucedían en la Bocana se hicieron públicas observó una fotografía de un jefe guerrillero de las FARC publicada en un diario. "Sin duda era Casimiro, el mismo que quería comprar mis tierras".
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